La cara más fresca de Sevilla

Viernes 10 de Junio del 2016

La cara más fresca de Sevilla

Lo moderno ha llamado también a las puertas de la Giralda. Como en Malasaña o la Bastille, una nueva energía corre por las arterias de las ciudad andaluza, donde no faltan vermuterías, librerías-bar, multiespacios vanguardistas o neochurrerías. Todo con mucho salero.

Vamos a jugar. Nos colocaremos debajo de las Setas, el monumento civil más popular de la Sevilla contemporánea. Caminaremos en dirección hacia la calle Feria, comenzando por Regina; vaya dos nombres potentes de calles, por cierto. Iremos registrando (con ojos mejor que con cámara) los códigos que construyen la gramática de lo moderno.

Veremos tabernas de sushi, librerías-café, Stan Smith, mercados que venden ostras, multiespacios, neoultramarinos y bicicletas. Pasaremos lista y comprobaremos que están todos. Esta zona no se diferencia de Malasaña o Bastille, por hablar de dos barrios que también cumplen los clichés de lo moderno. Sin embargo, Sevilla es curiosa. Aquí, la tradición, esa diva tan lucida como despiadada, manda. Cualquier persona a la que se pregunte por la nueva energía de la ciudad tardará dos minutos en pronunciar la palabra. La tradición articula todo el discurso, ya sea para abrazarla o para escapar (si es posible) de ella.

Prendas de ropa en el espacio Rompemoldes.

Sevilla solo se parece a Sevilla. Es un equivalente a Cary Grant, a El Bosco o a Chanel, por hablar de personajes que empiezan y terminan en sí mismos. Su pasado ha dejado un rastro artístico descomunal y le garantiza que, problemas de autoestima, precisamente, no tiene. Su ego es importante y se dice que lo tiene quien se lo puede permitir. Sevilla, con su carácter escenográfico, sus palmeras, sus cientos de iglesias y su sensualidad se lo puede permitir.

Nuevas energías

Todas las iniciativas que han surgido en los últimos años lo han hecho mirando de reojo a la tradición (ya hemos recurrido a la palabra de marras tres veces) que siempre es su mayor competencia. Laura Molina y Sergio Herrera, del estudio de diseño Todomuta, situado en el espacio Rompemoldes, al que volveremos, lo resumen: «es en ese terreno de la confrontación entre lo tradicional y lo contemporáneo donde nos gusta ubicarnos; es desde ahí desde donde se pueden alcanzar resultados únicos».

Son Feria, Regina y alrededores las calles que forman el núcleo de la Sevilla más contemporánea. Aquí encontramos vermuterías, restaurantes de cocina japoandaluza (Hermandad del Sushi), bares de tapas italianos (La Locanda), neochurrerías (Kukuchurro), librerías-bar (La Jerónima), ultramarinos (Salsamento), hornos de pizzas (Buoni), bares de sushi (Takumi), multiespacios (Metáforas) y librerías (El Gato en Bicicleta).

Entrada restaurante El Pintón.

Todos ellos conviven con el bar, la tienda y los vecinos de toda la vida, con esos van comentando a la vuelta del mercado que van a hacer «unas papas con chocos». Cerca, en la calle San Luis, está Rompemoldes, un conjunto de talleres en los que los artesanos trabajan y venden su trabajo. Proyectos como Todomuta, Galán o Quekuco se han gestado allí y desde allí se lanzan al resto del mundo.

Cocina sin mantel

Aunque el sustrato artesanal de esta urbe es muy potente ha sido la gastronomía la que ha actuado como punta de lanza de la llamada vanguardia sevillana. Sevilla no es una ciudad de comidas formales, de primero, segundo y postre. Se come de pie y a saltos: un montadito aquí, unas tortillas de camarones allá, un solomillo en whisky más allá.

El grupo Ovejas Negras ha puesto patas arriba esta forma de salir. Espacios como La Mamarracha, Torres y García, Tata Pila o La Chunga han logrado algo que parecía imposible: que la gente se siente a comer. Estos lugares, liderados por Juan Manuel García y Genoveva Torres, argentino y malagueña, proponen mesas sin mantel, espacios instagramables y un aire fresco que la gente agradece con llenos diarios. Genoveva reconoce que la gente les recibió con sorpresa y que «la vieja escuela tiene mucha fuerza». Otros sitios como El Pintón, situado en un caserón del siglo XVIII de la calle Francos, sigue esta estela.

Local de pastelería francesa de Manu Jara.

¿Qué es de una ciudad del siglo XXI sin sus mercados? Sevilla ha conseguido conciliar el sabor de la plaza de abastos tradicional y de la gourmetización contemporánea en lugares como el Mercado de Triana o de Feria. En el primero hallamos puestos como Bocasú, de Manu Jara, un repostero francés que integra la tradición (vaya, otra vez) sevillana con la patisserie francesa. En el de Feria, a la sombra del Palacio de los Marqueses de la Algaba, se pueden comer las delicias del mar de Barbate en La Almadraba o unos noodles. Ambos mercados merecen visita y parada.

Ruta por el centro

Hasta hace poco había escasos nuevos bares y restaurantes que se aventuraban fuera del centro. Hoy ya no. Barrios como El Porvenir o Nervión concentran algunas buenas ideas. Una ruta gastro por esta última zona pasa por Rocala, Panrallao y, por supuesto, Tradevo. Este proyecto tiene su filosofía encerrada en su nombre: Tradición+Evolución.

Gonzalo Jurado, el chef, trabaja los sabores de siempre con presentaciones no tan de siempre. Abrió en 2010 en un local escondido de Conde Bustillo y consiguió convertirse en un restaurante-destino; su segundo espacio Tradevo de Mar, también está fuera del centro, en San Bernardo y está más enfocado en marisco y pescado. Acaban de abrir su tercer espacio, Tradevo Centro, esta vez, sí, en la Alfalfa, en el centro.

Restaurante Tata Pila.

No hay viaje que no exija alguna compra. Sevilla no es una ciudad de shopping. O no aparentemente. De nuevo, el comercio tradicional nos da alegrías: un sombrero de Maquedano, una pieza de cerámica de Triana (todas las tiendas se concentran junto al Altozano) son perfectos regalos o autorregalos. Si lo que queremos es algo más 2016 iremos a The Exvotos, que revisa la tradición cerámica; Made with Lof, para mañosos; Bien Chiné, objetos de aquí y allá; o a La Galeller, para buscar joyas de hoy.

Fuente: http://www.ocholeguas.com/2016/06/01/espana/1464775716.html