Valladolid de tapa en tapa

Domingo 20 de Noviembre del 2016

El casco histórico de la ciudad está poblado de iglesias, esculturas y coquetas palazas salpicadas de bares y restaurantes.

El casco histórico de la ciudad está poblado de iglesias, esculturas y coquetas palazas salpicadas de bares y restaurantes.

Ayuntamiento de Valladolid

España es tierra de buen comer. Sabemos apreciar el privilegio de sentarse a la mesa y disfrutar con cada plato, a ser posible, acompañado de un buen vino. Pero eso no es incompatible con el arte de tapear. Todo lo contrario, pues se trata de nuestro «deporte» favorito, hasta el punto de que ya están en marcha los trámites para otorgar a la tapa española la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.

Son muchos los rincones de nuestro país en los que la tapa es la gran embajadora de la cocina local, tal y como ocurre en Andalucía, o en el País Vasco, aunque en ese caso el apodo es el de «pintxo». Y a medio camino entre el norte y el sur, Valladolid es uno de los reinos inesperados con los que se topa el viajero en la búsqueda de estas deliciosas obras de arte en miniatura. Aquí el verbo tapear es uno de los más conjugados en la jerga local y, por tanto, resulta también obligado para el visitante. De hecho, esta semana ha tenido lugar el XII Concurso Nacional de Pinchos y Tapas Ciudad de Valladolid, un evento de gran repercusión que ha reunido a lo mejor de la gastronomía española para revolucionar la oferta culinaria de la capital vallisoletana gracias a la participación de 47 cocineros de todo el país y de otros tantos establecimientos de la ciudad hermanados con esta iniciativa.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, nada mejor que hacer una ruta gastronómica a base de las mejores tapas de España sin salir de la misma ciudad. La experiencia no defrauda, ya que durante los próximos meses, los 47 establecimientos adscritos al concurso elaborarán las tapas ganadoras del certamen, por lo que el máximo nivel está asegurado en cada bocado. «El concurso de esta edición tiene muchísima calidad y todos los participantes han demostrado su hambre de ganar, gracias al uso de muy buena materia prima y sobre todo de mucha imaginación e innovación, sin olvidar que la puesta en escena es magnífica», asegura María Marte, chef del restaurante Club Allard y presidenta del jurado de esta edición.

El otoño de un bocado

Bajo el inspirador nombre de «Placer otoñal», la mejor tapa de España llega desde Extremadura, gracias al buen hacer de Alberto Montes Pereira, del restaurante Atrio de Cáceres. Su oda a la naturaleza otoñal es, según explica su creador, «una masa de pan bao rellena de un guiso de setas shitake con un sabor bastante fuerte y esponjoso cuya presentación exige tiempo y dedicación». Todo el que viaje a Valladolid puede probar esta pequeña obra de arte en el bar Atypikal, situado en la calle del Monasterio de Santa María de la Vid, por el ajustado precio de 1,80 euros. «Recorrer Valladolid significa hacer un exótico viaje a la vanguardia y a la innovación, pues aquí, aunque también se puede degustar la típica y tradicional tapa, el viajero tiene la oportunidad de probar auténtica alta gastronomía en miniatura», asegura Marte, quien añade que «el Concurso Nacional de Tapas y Pinchos supone el pistoletazo de salida para un otoño muy gastronómico, ya que durante estos meses toda la ciudad está volcada con el reto de mostrar las tapas participantes».

A pesar de que Valladolid es conocida por sus asadores y por sus contundentes platos, la capital castellanoleonesa cada año refrenda con mayor autoridad su papel clave en el arte del tapeo popular. De hecho, hacer turismo en la ciudad va de la mano, inexorablemente, de ir de tapas. «El Concurso de Pinchos ha logrado en apenas doce años situar a Valladolid en el mapa de la tapa española. Ahora es reconocida como un lugar de referencia para los amantes de esta cocina tan nuestra que, sin embargo, cuenta con una gran dosis de creatividad y riesgo», explica Goyo González, presentador del concurso y buen conocedor de la ciudad, que confiesa que «en noviembre el ambiente de Valladolid es muy bueno, pues la gente sale a la calle aunque haga frío con la excusa de probar las tapas del concurso en los diferentes restaurantes».

El casco histórico de Valladolid debe recorrerse a pie, sin prisa y disfrutando de las coquetas callejuelas que lo pueblan, gran parte de ellas salpicadas de imponentes iglesias, plazoletas y esculturas monumentales, pero también de bares y restaurantes de lo más variopintos, pues aquí es posible toparse con tabernas tradicionales, pero también con rompedores gastrobares que están a la última. Y así, de bar en bar, no hay mejor manera de descubrir Valladolid. Más información en las páginas web info.valladolid.es y en www.valladolidhosteleria.com.

Fuente: http://ow.ly/gKUR306lKME