Cinco razones que explican por qué practicar deporte no es tan bueno como crees

Viernes 20 de Enero del 2017

Realizar algún tipo de actividad física forma parte de unos hábitos de vida saludables. El problema está en no tener medida. Porque hasta el fitness, en exceso, es malo

Foto: La obsesión, los complejos o las lesiones son tres de las lacras que convierten en malo practicar deporte (H&M)

La obsesión, los complejos o las lesiones son tres de las lacras que convierten en malo practicar deporte (H&M)

¡Albricias! Algunos estarán rezando por que esto sea cierto y tener, por fin, una excusa respaldada por especialistas para abandonar el gimnasio o, al menos, frecuentarlo de Pascuas a Ramos. Pues, bien, aquí viene el jarro de agua fría: el ejercicio en sí mismo, así en abstracto, es bueno. ¡A ver quién rebate esta idea! Lo malo es la fiebre por el deporte, esa locura que se empieza a ver por las ciudades, pongamos, en forma de carrera popular. Ese calentón (machacándose durante horas en el gimnasio haciendo un circuito de cardio, fuerza y máquinas varias o corriendo a diario sin objetivo alguno más allá de aguantar todo lo que puedas) no es bueno ni siquiera para los pro.

La doctora Marisa Navarro, coach personal y autora del libro ‘La medicina emocional’, nos da las cinco claves para advertir cuándo la pasión por el deporte se está convirtiendo en una peligrosa obsesión y ha dejado de ser un aliado de la salud para transformarse en todo un peligro. ¡Atento!

1. No me da la vida

“Cuando le dedicamos todo nuestro tiempo libre, descuidando otras actividades, puede llegar a producir vigorexia, un trastorno asociado a la adicción al ejercicio físico y a su práctica de forma compulsiva, de manera que las personas que lo padecen, además de ser más propensas a sufrir lesiones, tienen una visión distorsionada de su cuerpo y suelen tener baja autoestima”.

2. Todo por un cuerpo 10

“Cuando nos centramos únicamente en el beneficio estético, porque acudir al gimnasio solamente con la intención de querer estar delgado, usar una determinada talla o estar supermusculado, buscando un modelo corporal concreto, es un error que acaba haciendo que te compares con otros y te sientas mal. Hay que asumir que cada cuerpo es diferente, con una estructura ósea, unos músculos y un metabolismo determinado. No hacerlo puede llegar a generar dismorfofobia, que lleva a obsesionarse por defectos que percibimos en nuestra imagen corporal, ya sean reales o imaginados”.

3. Voy a ser Superman

“Cuando la actividad no concuerda con nuestras capacidades. Realizar ejercicio por poco que sea es bueno para nuestra salud y no hace falta ser un deportista de élite para notar sus beneficios, pero no realizar un deporte acorde con nuestras capacidades o fijarnos entrenamientos o metas muy altas hace que tengamos más posibilidades de fracasar, lesionarnos o abandonar, no siendo capaces de generar este hábito tan saludable, lo que en consecuencia afectará a nuestro estado de ánimo y autoestima”.

4. Nunca me rindo (y nunca es nunca)

“Cuando no aceptamos que una lesión nos impide desarrollar el deporte que nos gusta o cuando las metas o los entrenamientos ya no tienen la misma intensidad que antes, esto nos hace sufrir y lleva incluso a muchas personas a la depresión. Para que no ocurra, hay que cambiar el punto de vista y ver el deporte como salud, no como competición, pensando que en cada momento, edad o circunstancia podremos realizar un tipo de ejercicio físico, que es el que mejor nos va a sentar”.

5. Porque yo me lo merezco

“Cuando pensamos que por haber hecho algo de deporte, tenemos vía libre para atiborrarnos y no cuidar nuestra alimentación u otros aspectos de nuestra vida. El deporte tiene que estar acompañado de una alimentación equilibrada y saludable, y es que no se trata de perder calorías por un lado para ponernos a ingerir después grasas, azúcares o alimentos procesados, porque una mala dieta acaba degenerando en alteraciones metabólicas y hormonales”.

Fuente: http://ow.ly/QbmK308bZAT